El fallecimiento de un Papa desencadena una serie de protocolos estrictamente regulados dentro de la Iglesia Católica, destinados a garantizar la legitimidad de la sucesión y la transición ordenada del poder.

El Camarlengo de la Santa Iglesia Romana, cardenal encargado de la administración del Vaticano durante el período de sede vacante, es la autoridad responsable de confirmar oficialmente la muerte del Pontífice. En tiempos pasados, este procedimiento incluía una tradición simbólica: el Camarlengo golpeaba suavemente la frente del Papa con un pequeño martillo de plata, llamándolo por su nombre de bautismo tres veces. Sin recibir respuesta, se certificaba su fallecimiento. Sin embargo, en la actualidad, esta práctica ha sido sustituida por métodos médicos más modernos y precisos.

Tras la confirmación del deceso, el Camarlengo procede a retirar el Anillo del Pescador, uno de los símbolos más representativos del poder papal, utilizado para sellar documentos oficiales. Para evitar cualquier intento de falsificación, el anillo es destruido junto con el sello pontificio en un acto solemne.

El siguiente paso es la notificación formal de la muerte del Papa. El Camarlengo informa primero al decano del Colegio Cardenalicio, quien a su vez comunica la noticia al resto de los cardenales. Finalmente, se emite un anuncio oficial dirigido al pueblo católico y al mundo entero, marcando el inicio del periodo de sede vacante hasta la elección de un nuevo Sumo Pontífice.

A partir de ese momento, se inicia un proceso que suele tener una duración de unos 30 días hasta que se proclama a un nuevo Papa, que se elige en el cónclave. La culminación del proceso pasa por otras fases previas como el periodo de luto y la organización de los funerales. El Papa suele ser velado durante tres a cinco días en la Basílica de San Pedro, donde fieles y dignatarios pueden rendirle homenaje.

Sede vacante
Una vez fallecido el Papa, la Iglesia entra en sede vacante, un período sin pontífice en el que el poder se transfiere temporalmente al Colegio de Cardenales. Durante esta fase, el Camarlengo asume la administración del Vaticano, pero no puede tomar decisiones que alteren las estructuras de la Iglesia, además se suspenden las actividades de gobierno del Papa, excepto las imprescindibles para la administración.

Cónclave de los cardenales
En los primeros 15 a 20 días tras la muerte del Papa, se convoca a los cardenales electores, todos los menores de 80 años, a reunirse en Roma y se celebran las Congregaciones Generales, en las que los cardenales debaten sobre la situación de la Iglesia y los perfiles de los posibles sucesores.

El Cónclave comienza en la Capilla Sixtina del Vaticano, con una misa especial llamada ‘Pro eligendo Pontifice’ que se suele convocar entre 15 y 20 días después de la muerte del Papa. Se establece el juramento de secreto y los cardenales quedan aislados del exterior hasta que se elija al nuevo Papa a través de votaciones diarias, hasta cuatro al día, en las que el cardenal votado necesita una mayoría de dos tercios de los votos para ser elegido Papa

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