
Al-Waleed bin Khaled bin Talal, conocido como el “Príncipe Durmiente” de Arabia Saudita, murió este sábado a los 36 años, después de pasar 20 años en coma.
“Con corazones creyentes en la voluntad y el decreto de Alá, y con profundo dolor y tristeza, lamentamos la pérdida de nuestro amado hijo: el príncipe Al-Waleed bin Khaled bin Talal bin Abdulaziz Al Saud, que falleció hoy”, anunció el príncipe Khaled bin Talal Al Saud en una publicación en la red social X, confirmando la muerte de su primogénito. La noticia, que ha conmovido a la familia real saudita y a miles de personas en todo el mundo, marca el final de una historia marcada por la esperanza, la fe y la resistencia frente a los límites de la medicina.
El accidente que cambió su vida ocurrió en 2005, cuando tenía apenas 15 años y estudiaba en una academia militar en Londres, una de las rutas más prestigiosas para los jóvenes de la élite saudita. El joven príncipe sufrió un brutal choque automovilístico mientras se desplazaba en un coche durante sus estudios, lo que le provocó una hemorragia cerebral masiva y un traumatismo craneoencefálico severo.
El impacto del accidente fue inmediato y devastador. Equipos médicos británicos lo atendieron de urgencia, pero la situación era crítica desde el primer momento: pérdida total de consciencia y diagnóstico de estado vegetativo persistente. Al-Waleed fue repatriado de inmediato a Arabia Saudita e internado en la Ciudad Médica Rey Abdulaziz en Riad, el hospital militar más avanzado del país. Allí, se activó un protocolo intensivo de soporte vital, que incluyó ventilación mecánica, alimentación por sonda gástrica y atención médica continua.
La familia de Al-Waleed pertenece a una de las ramas más influyentes y reconocidas de la realeza saudita. Nacido en 1989, era bisnieto del fundador del Reino de Arabia Saudita, el rey Abdulaziz Al Saud, el hombre que unificó las tribus de la península en un solo Estado en 1932. Su abuelo, el príncipe Talal bin Abdulaziz, fue una figura progresista dentro del rígido esquema saudita: liberal, educado en Occidente y defensor de reformas constitucionales, llegó a ser apodado “el Príncipe Rojo”. El padre de Al-Waleed, el príncipe Khaled bin Talal, es también parte de esta línea lateral de la realeza, más cercana a las convicciones ideológicas y religiosas que al poder político central.