• 25/11/2025
  • Julio Cesar Gonzalez Rivas
  • 0

Este 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, fecha instaurada por la ONU en honor a las hermanas Mirabal, las “Mariposas”, cuyo asesinato a manos del régimen de Rafael L. Trujillo marcó un punto de quiebre en la historia dominicana.

Hace 65 años, el país se estremeció con el vil asesinato de Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, un crimen que dejó al descubierto la desesperación de una dictadura desgastada, perseguida por su propia violencia y condenada a desaparecer. En sus últimos meses, el trujillato, acorralado por las acciones de la resistencia interna y el creciente rechazo nacional, desató una furiosa persecución contra todo aquello que consideraba una amenaza. Las Mirabal eran una de ellas.

Tras la fallida expedición patriótica de 1959 y el conflicto abierto entre la Iglesia católica y el régimen, Trujillo intensificó su cacería de opositores. En ese clima de tensión, las hermanas Mirabal se convirtieron en un símbolo incómodo para la dictadura. Por sus ideas políticas, su activismo y su determinación, fueron puestas en la mira del temido Servicio de Inteligencia Militar (SIM).

El 25 de noviembre de 1960, después de visitar en la cárcel de Puerto Plata a Manolo Tavárez Justo y Leandro Guzmán, esposos de Minerva y María Teresa, las tres hermanas fueron interceptadas junto a su chofer, Rufino de la Cruz Disla, por un grupo de agentes del régimen. Bajo órdenes de Víctor Alicinio Peña Rivera, jefe del SIM en el Cibao, fueron golpeadas brutalmente y luego arrojadas por un barranco en un intento de simular un accidente. La versión oficial nunca convenció a nadie, pero el miedo y la censura impidieron que la verdad se pronunciara en voz alta.

Los nombres de los verdugos —Alfonso Cruz Valerio, Emilio Estrada Malleta, Néstor Pérez Terrero y Ramón Emilio Rojas Lora— quedaron inscritos en los registros más oscuros de la historia nacional. Aunque fueron condenados, la impunidad se impuso cuando fueron liberados en medio de la guerra de abril de 1965.

Minerva, considerada la más políticamente activa de las hermanas, había forjado su conciencia crítica entre lecturas clandestinas, debates intelectuales y vínculos con figuras de la resistencia, como Pericles Franco. Patria y María Teresa, cada una desde su propio camino, compartieron ese compromiso férreo que terminó por unirlas en un destino trágico y heroico. Doña Dedé, la única superviviente de la familia, quedó como guardiana de su legado.

El sacrificio de las Mirabal contribuyó a acelerar el derrumbe del régimen. Su sangre marcó para siempre la memoria dominicana y se transformó en emblema universal de lucha contra la opresión y la violencia de género.

Hoy, el mundo entero recuerda a las “Mariposas”, cuyo vuelo fue detenido por la tiranía, pero cuya historia sigue iluminando el camino de resistencia, dignidad y libertad.

¡Honor eterno a las hermanas Mirabal!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *