
El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, anunció este lunes 1 de julio el fin oficial de la Agencia de EE. UU. para el Desarrollo Internacional (USAID) como órgano central de la asistencia exterior del país.
A partir de ahora, será el Departamento de Estado quien asuma directamente la administración de estos programas, con el objetivo de asegurar que la ayuda exterior promueva los intereses nacionales y no financie a “gobiernos fallidos ni ONG afines a China”.
En una columna publicada por el propio Rubio bajo el título “Devolviendo la ayuda exterior a su grandeza”, el funcionario subrayó que toda ayuda estadounidense llevará la bandera del país, en señal de que se trata de una inversión estratégica y no de caridad. “Priorizar el comercio sobre la caridad es una decisión pragmática y necesaria en este contexto geopolítico”, afirmó.
Rubio explicó que, tras una revisión exhaustiva de los programas de USAID durante la Administración Trump, se constató que la agencia había administrado más de 715 mil millones de dólares en gastos acumulados, ajustados a la inflación, sin resultados proporcionales al desembolso. El secretario criticó que USAID se haya convertido en un “complejo industrial de ONG de alcance mundial”, que muchas veces opera con poca transparencia y sin beneficios claros para el pueblo estadounidense.
Según el documento, en 2023, países que se beneficiaron de la ayuda de EE. UU., como varias naciones del África subsahariana, votaron en contra de los intereses estadounidenses en la ONU el 71 % de las veces, a pesar de haber recibido 165 mil millones de dólares en desembolsos desde 1991. También se cuestionó el uso de más de 89 mil millones de dólares invertidos en el Medio Oriente y el Norte de África, y 9.300 millones en zonas controladas por grupos hostiles como Hamás, en Gaza y Cisjordania.
“Los únicos que vivían bien con estos fondos eran los ejecutivos de las innumerables ONG”, dijo Rubio, y argumentó que la ayuda terminaba beneficiando a élites desconectadas de la realidad mientras que los sectores más pobres seguían sin mejoras tangibles.
Con esta reforma, el Departamento de Estado buscará canalizar los recursos hacia alianzas estratégicas, con énfasis en el comercio justo, la seguridad nacional y la competencia global, especialmente frente a la influencia creciente de China en regiones donde EE. UU. mantenía una presencia tradicional a través de la cooperación.