
SANTO DOMINGO.- A pocos días del colapso del techo del Jet Set Club que dejó 235 muertos y más de 180 heridos, las autoridades ya no tienen dudas: los hermanos Antonio y Maribel Espaillat sabían que algo iba mal, ignoraron las advertencias y, tras la tragedia, intentaron ocultar su responsabilidad.
Así lo revela el expediente acusatorio del Ministerio Público, que sostiene que los imputados buscaron presionar testigos, encubrir pruebas y tergiversar hechos con el objetivo de evadir la justicia.
Los hermanos Maribel y Antonio Espaillat deberán acudir este domingo a las 2:00 p.m. al tribunal, donde será evaluado el pedido de medida de coerción sometido por el Ministerio Público.
El reporte cita 290 personas entre víctimas, denunciantes y querellantes, de ellos 235 muertos y 55 heridos.
Advertidos… y silenciosos
Durante los meses previos al colapso, el techo del Jet Set daba señales claras de deterioro estructural: filtraciones constantes, plafones cayendo, escombros entre el falso techo y lonas improvisadas para contener el agua.
Estas situaciones eran documentadas en fotos y videos por los propios empleados, quienes las compartían directamente con Antonio Espaillat, el gerente general del club.
El Ministerio Público encontró evidencia en el celular de Manuel Jiménez Mateo, encargado de mantenimiento, de que Antonio y Maribel estaban al tanto de todo. Incluso, Maribel Espaillat le envió fotos a Manuel el 24 y 28 de marzo de 2025, señalando plafones rotos y ordenando que “fueran chequeados y reforzados”, reconociendo expresamente que “eso podría afectar a alguien”.
Silenciar a Gregorio
El testimonio más demoledor es el de Gregorio Adames Arias (Gregory), empleado del club, quien advirtió en múltiples ocasiones el riesgo que representaba el techo.
El 5 de abril de 2025, presenció y reportó la caída de escombros. Subió a una escalera y quitó los plafones que aún colgaban. Reportó el hecho a Maribel, quien se lo comunicó a Antonio.
El 7 de abril, envió un mensaje directo a Antonio Espaillat:
“Los plafones se están rompiendo, está cayendo pedazo del techo y eso es peligroso”.
Pero nada fue suspendido.
Esa misma noche, un plafón hirió a un cliente (Remberto Durán Cabrera), pero Maribel, presente en el lugar, se negó a cancelar la fiesta alegando que solo Antonio podía tomar esa decisión. La actividad continuó.
Horas después, el techo se desplomó durante un concierto de Rubby Pérez.
Presión a testigos y manipulación
La parte más delicada del expediente es la que acusa a los hermanos Espaillat de intentar manipular testigos clave. Según el Ministerio Público:
“Los imputados han tenido contacto con testigos del proceso, cuestionándolos sobre la posible divulgación de información respecto a las situaciones que venía presentando el techo del Jet Set Club.”
Esta conducta encendió las alarmas de los fiscales, quienes advirtieron que los imputados podrían obstruir la investigación, alterar pruebas o intimidar testigos, lo que motivó la solicitud de prisión preventiva para Antonio Espaillat.
“Levanten el techo, pero que nadie hable”
Uno de los intercambios de mensajes más comprometedores es cuando Antonio Espaillat minimiza las advertencias de su propio personal.
A las 2:44 p.m. del 7 de abril, Manuel Jiménez le informa sobre los plafones rotos y que Gregorio estaba insistiendo en que caían piedras del techo. A cambio de tomar medidas inmediatas, Antonio solo responde:
“De acuerdo con ambas cosas” refiriéndose a la promesa de enviar técnicos… días después.
A pesar de todo, la fiesta de esa noche no fue cancelada.
Estrategia de encubrimiento sistemática
El Ministerio Público califica las acciones de los hermanos Espaillat como parte de una estrategia sostenida de encubrimiento, documentada en:
Remodelaciones ilegales sin permisos del Ministerio de Obras Públicas ni del Ayuntamiento del Distrito Nacional.
Falsas reparaciones realizadas por personal no calificado (empleados comunes, obreros haitianos, sin formación técnica).
Falta de seguimiento a estudios estructurales serios: el ingeniero Hernández Coste inició un levantamiento técnico en 2014 que se dejó en apenas un 10% de ejecución.
Para el Ministerio Público, el crimen de los hermanos Espaillat no fue solo la negligencia que llevó al colapso, sino también el intento deliberado de evitar que se supiera la verdad. Su estrategia incluyó:
Minimizar públicamente las fallas estructurales.
Presionar a empleados clave.
Mantener operando el local incluso tras incidentes que debieron generar alarma inmediata.
Eran conscientes del riesgo. Se les advirtió. Se les documentó. Prefirieron el negocio al deber legal.
Y después intentaron que nadie hablara. Eso los convierte no solo en responsables, sino en un peligro procesal que amerita prisión”, concluye el Ministerio Público.
Fuente: Noticias SIN